
Bodegas tradicionales
Peñafiel
La falda del castillo está horadada por numerosos túneles de bodega. Por lo general, en el interior, se efectuaba una bóveda de grandes dimensiones y a lo largo de la nave se distribuían los sitios de cuba, es decir, el espacio formado por dos dinteles de madera o piedra que sería de apoyo a la cuba de madera de roble en la que se guardaba el vino. En la actualidad muchas bodegas aparecen compartimentadas en tipo trastero, para almacenar en estos lugares todos los utensilios para el cuidado del vino.
Normalmente las bodegas tienen una temperatura constante de 12 a 15 grados todo el año, por eso, tanto en verano como en invierno, cuando se entra en ellas, se dice ¡qué bueno hace! Hay cubas en el interior de algunas bodegas de incluso mil o dos mil cántaras de capacidad. Este líquido era base fundamental en la dieta de nuestros antepasados, porque el alcohol que contenía, de menor graduación que los vinos actuales, otorgaba seguridad a quien lo bebía, porque el agua contenía gran cantidad de bacterias que podrían hacer enfermar a las personas. El vino daba temple y fuerza al largo trabajo manual del campo en las siegas o cosechas del cereal.
Las bodegas más grandes de esta zona son las de “San Juan” y la “Bodega de la Pólvora”. La primera tiene un recorrido en dos grandes pasillos, con trazado sinuoso, en forma circular, aunque la "Pólvora" también presenta dos grandes pasillos, su trazado es en línea paralela hacia el interior de la falda del castillo. Las bodegas de “Perotes” o "las Monjas" son algunas de las más tradicionales junto a la "Pólvora" y "San Juan". En verano mucha gente sube al almuerzo, a pasar un buen rato con los amigos y beber vino de la tierra, sin olvidar que es cierto lo que dice el refrán: "Bajas a la bodega con luz y ¡luego subes alumbrao!"